
Como en todo buen principio, era Navidad. Y como siempre era difícil cuadrar el día para tomar unos vinos , en el cumpleaños de mi amigo Jose. Mi compañero de viajes, mi visa, mi complemento de mochila.
- El viernes yo he quedado con una pareja de amigos
- Perfecto, yo he quedado con Mikel, no habrá problema en que nos acompañe
Tomaríamos unos crianzas, y todos aguantarían nuestras batallitas por India.
Día txikiteo, presentación : - Lourdes, Javi, este es Mikel. Besoteo
Enseguida noté los chispazos. Mientras chapábamos a Javi “Aquel tren en el que... y aquel otro templo, en el que...” Un carrito de niños, pidió paso a Mikel y Lourdes en el estrecho bar.
Era la escusa perfecta para empezar a hablar con pasión sobre lo que los dos mas odiaban... los niños.
Poco a poco, descaradamente nos fueron excluyendo. Mikel se acariciaba el bigote, como solamente yo, sabia que hace cuando algo le interesa.
Ella elegante, con melena corta negra, perfecta, como sus zapatos, y un sencillo abrigo negro, con una gran solapa, y una caída metálica suave.
Cada vez era más clara , la espalda de él, hacia nosotros y la pareja de Lourdes. A ella tampoco le interesábamos, nos conocía de memoria. El era nuevo, interesante absorbente.
En la confianza de quien se conoce, Mikel no debió de poder aguantar más, y aunque con un movimiento natural, y no pensado, elevó su mano hacia su pecho, pinzó sus dedos,... y arrastrando suavemente con los inferiores, quitó una pelusa de su solapa.
Se cautivaron mutuamente. Y es que mi buen Mikelon siempre supo relajar a las mujeres y vibrar con los hombres.