
El osó, a romper la primera norma de los osados, sosos. No escuchar las voces profundas de los sirenos de la otra orilla.
Todos los marineros sabían que no se podía ofender a las diosas, por lo que más de una vez, sus inseparables marineros, recriminaron su poca osadía, no tanto por sus continuas escapadas hacia las aguas de los sirenos, si no por sus blasfemias para las diosas.
Su decisión sería salomónica, o huía flotando con los sirenos, u oraba con sus gregarios marineros.
Aceptó el pacto de silencio, pero como todos proscritos, un día confesó su herejía a un sumo sacerdote, hormiga parda del mar.
El cielo se abrió como el pecho de la diosa de la opulencia, Britney. La diosa del trueno, Naranjo aulló el más largo de sus gritos. Diosas menores del triunfo, hicieron sonar sus tacones, anunciando el apocalipsis final ,enviado por la diosa suprema Kylie, en forma de diluvio de lentejuelas.
Su cruel destíno desde entonces ha sido ser sacrificado por la eternidad de la noche en las orgías marineras.
Todos los marineros sabían que no se podía ofender a las diosas, por lo que más de una vez, sus inseparables marineros, recriminaron su poca osadía, no tanto por sus continuas escapadas hacia las aguas de los sirenos, si no por sus blasfemias para las diosas.
Su decisión sería salomónica, o huía flotando con los sirenos, u oraba con sus gregarios marineros.
Aceptó el pacto de silencio, pero como todos proscritos, un día confesó su herejía a un sumo sacerdote, hormiga parda del mar.
El cielo se abrió como el pecho de la diosa de la opulencia, Britney. La diosa del trueno, Naranjo aulló el más largo de sus gritos. Diosas menores del triunfo, hicieron sonar sus tacones, anunciando el apocalipsis final ,enviado por la diosa suprema Kylie, en forma de diluvio de lentejuelas.
Su cruel destíno desde entonces ha sido ser sacrificado por la eternidad de la noche en las orgías marineras.
Pero al llegar el día , en su soledad, vuelve a escapar a La Ley de los sirenos.